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Es muy difícil crear espacios públicos eficaces, ya que su complejidad rara vez se comprende y se aplica correctamente.
Como señaló William (Holly) Whyte: « Es difícil diseñar un espacio que no atraiga a la gente. Lo verdaderamente destacable es la frecuencia con la que esto ha sucedido. » En el manual How to Turn a Place Around, Project for Public Spaces identificó 11 elementos esenciales para convertir los espacios públicos en lugares dinámicos para la comunidad, ya sean parques, plazas, calles, banquetas o una variedad de otros espacios exteriores e interiores con un uso público compartido. La creación de este manual marcó un hito en nuestra trayectoria, ya que jugó un papel fundamental en el lanzamiento y definición del movimiento Placemaking.
Estos elementos clave son:
La comunidad es experta en sus propios usos. En toda comunidad, hay personas capaces de aportar una perspectiva histórica, conocimientos valiosos sobre el funcionamiento del barrio y una comprensión profunda de los temas clave y de lo que realmente importa a los habitantes.
Asimismo, identificar los talentos y los recursos presentes en la comunidad permitirá involucrarla desde el inicio y, de este modo, asegurar la sostenibilidad del proyecto.
Aprovechar esta información desde las primeras etapas del proceso contribuirá a generar un sentido de apropiación del proyecto por parte de la comunidad, lo cual será muy beneficioso tanto para el promotor como para la propia comunidad.
El diseño, por sí solo, no es suficiente para crear un lugar. Para transformar un espacio estático en un entorno dinámico, es fundamental integrar elementos acogedores y cómodos, como asientos y un buen ambiente. Una buena gestión de la circulación peatonal también es esencial. Además, es importante fomentar sinergias más efectivas y accesibles entre el comercio local y las actividades que tienen lugar en los espacios públicos. El objetivo es crear un lugar que transmita un fuerte sentido de pertenencia y una imagen de bienestar, pero también un entorno, unas actividades y unos usos que, en conjunto, representen mucho más que la suma de sus elementos individuales — por sencillos que sean.
Decirlo es fácil; hacerlo realidad, mucho menos.
Los aliados son clave para el éxito, imagen y mejora de un proyecto de espacios públicos. Contar con ellos en un proyecto de Placemaking es fundamental, ya que permite construir vínculos sólidos con el entorno y asegurar una implementación más coherente y sostenible. Pueden ser de distinta índole (instituciones locales, museos o escuelas), y su apoyo e implicación en cualquier etapa del proyecto (ya sea en el inicio o en su continuidad) es muy valioso.
Observar con atención cómo se utilizan los espacios públicos es una fuente de aprendizaje invaluable. Analizar cómo las personas usan (o no usan) un lugar, y comprender qué aspectos valoran o rechazan, permite evaluar qué lo hace funcional o no. Estas observaciones nos ayudan a identificar actividades que faltan o que podrían integrarse, cuestionando lo que a menudo damos por hecho, basándonos solo en la intuición o las percepciones personales.
Una vez que los espacios están en funcionamiento, continuar observándolos permite seguir aprendiendo sobre su evolución, su apropiación y su gestión a lo largo del tiempo.
Tener una visión global para un espacio público es fundamental, y esta visión debe surgir de las comunidades locales que lo habitan y lo utilizan. Para cualquier espacio público, es esencial tener en cuenta qué actividades podrían desarrollarse allí, asegurándose de que el lugar sea cómodo, atractivo y funcional. Además, debe ser un lugar significativo, un punto de encuentro donde todos se sientan bienvenidos. Un buen espacio público no solo cumple su función práctica, sino que también debe generar un sentimiento de orgullo en las personas que viven y trabajan en el barrio, siendo un reflejo de su identidad y contribuyendo a la cohesión social.
La complejidad de los espacios públicos es tal que resulta imposible hacer todo correctamente desde el principio. Para construir un proyecto a largo plazo, es recomendado realizar pequeñas intervenciones a corto plazo, que puedan probarse y ajustarse a lo largo de varios años. Las mejores transformaciones de espacios públicos incluyen mejoras inmediatas, como la instalación de asientos, terrazas, arte público, pasos de cebra, zonas peatonales, jardines comunitarios o murales. Estas intervenciones no solo son posibles de realizar rápidamente, sino que permiten experimentar y ajustar según la respuesta de la comunidad. Se trata de pensar en "ligero, rápido y de bajo costo”.
La triangulación es un proceso en el que un estímulo externo genera un vínculo entre las personas, invitándolas a interactuar de manera más natural, como si ya se conocieran (concepto acuñado por Holly Whyte). En un espacio público, la disposición y relación entre los elementos (bancas, árboles, puestos de comida) pueden facilitar o inhibir estas interacciones. Al crear oportunidades para que las personas se encuentren, se generen conversaciones y se favorezca la convivencia, el espacio cobra un valor añadido. La clave está en que los diferentes componentes del espacio trabajen juntos para fomentar la interacción social y el uso activo del lugar, lo que a su vez lo hace más vibrante y significativo.
Crear buenos espacios públicos siempre implica enfrentar obstáculos, ya que en muchos casos, ni el sector público ni el privado tienen la responsabilidad directa de "crear lugares". Profesionales como los ingenieros y controladores de tráfico, los operadores de transporte, los urbanistas y los arquitectos suelen tener definiciones muy específicas de su trabajo, centradas en tareas técnicas como facilitar el tráfico, gestionar los transportes o diseñar edificios y planes urbanos a largo plazo. Sin embargo, la creación de "lugares", entendidos como espacios públicos que fomenten la interacción y el uso de la comunidad, no forma parte de su enfoque habitual. Empezar con pequeñas mejoras a escala comunitaria puede ser una forma de demostrar la importancia de los "lugares" y superar los obstáculos derivados de la visión tradicional del urbanismo.
El diseño por sí solo no es suficiente en un espacio público; debe ir acompañado de una comprensión profunda del espacio y servir de apoyo a su función. Los comentarios y contribuciones de la comunidad y de los posibles socios, el análisis del funcionamiento de otros espacios similares, la experimentación y la resolución de obstáculos y críticas son los elementos que configuran el concepto del lugar. Aunque el diseño es fundamental, son estos otros aspectos los que determinan la "forma" necesaria para materializar la visión futura, asegurando que sea un lugar funcional y vivo para todos los usuarios.
El dinero no siempre es lo más importante en un proyecto, especialmente en los espacios públicos. La comunidad, con su implicación, puede tener un impacto mucho mayor que los fondos externos. Elementos simples como cafés, bancas o actividades comunitarias pueden transformar un espacio sin grandes inversiones. Una vez instalada la infraestructura básica, los elementos adicionales, como vendedores o jardinería, no son costosos. Además, la participación de la comunidad en la programación puede reducir los costos. Si la comunidad ve el costo como demasiado alto, probablemente significa que sus ideas no han sido suficientemente integradas, y no comprenden el valor real de la inversión.
Los espacios públicos de calidad, que responden a las necesidades, expectativas y cambios constantes de la comunidad, requieren una atención continua. Los equipamientos se desgastan, las necesidades evolucionan y nuevos fenómenos surgen en el entorno urbano. Por lo tanto, es crucial adoptar una actitud abierta al cambio y contar con la flexibilidad necesaria para integrarlo. Es esta capacidad de adaptarse la que permite crear espacios públicos sostenibles y ciudades vibrantes y acogedoras.
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Traducción: Guillermo Bernal & Luciana Renner, Fundación Placemaking México (2025).
We thank Guillermo Bernal & Luciana Renner of Fundación Placemaking México, for translating the 11 Principles of Placemaking into Spanish. The 11 Principles are introduced in Project for Public Spaces' book, How to Turn a Place Around.
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